Por:
Vanessa Restrepo
Ilenia Barranco
Lucia Fruto
Es muy significativo darnos cuentas cómo la educación va evolucionando
desde la escuela medieval en donde éramos simplemente llamados alumnos, “seres
sin luz”, educados de manera estricta, disciplina al pie de la letra. Esta metamorfosis pasa a
lo que actualmente es la pedagogía, la escuela nueva, donde dejamos de ser
“esponjas” capaces de absorber conocimiento y ejemplo de nuestros maestros, a
ser estudiantes; seres constructores, propositivos, creativos, educados para la
resolución de problemas, conflictos y la mejora de la calidad de vida.
Compartimos con ustedes tres historias, tres vidas, tres vivencias.
Por: ilenia barranco
Los años vividos en la escuela primaria como secundaria, siempre quedarán
grabados en la memoria, tanto los buenos como los malos recuerdos.
En la época de mi generación, año 2003, recuerdo ver más interés en los
educadores por aplicar disciplina y respeto a ese maravilloso mundo del saber,
una época donde los profesores con el simple hecho de pisar la puerta de sus
aulas ya se podía sentir el respeto y la autoridad que ejercían, la importancia
que tenía el aplicar una prueba evaluativa hasta el final y siempre cumplir con
las responsabilidades. Pero con el pasar
de los años podemos mirar cómo ese respeto y autoridad se ha ido perdiendo.
Si me pongo a traer a mi mente valiosos recuerdos, podría recordar de un
profesor que siempre estaba muy atento a cada uno de sus alumnos, pendiente de que
entendiéramos la lección dada y lo hacía de
una manera divertida utilizando lúdicas
que por medio de juego nos enseñaban.
Así como encontramos maestros que vamos a recordar por sus buenos actos
y buen trato, también lo vamos a hacer con aquellos maestros que por sus malos
tratos o actos quedan marcados en nuestras mentes; es el caso de mi profesora
de geometría que un día nos llamó, a mi hermana y a mí, “terroristas” por el hecho de ser colombianas
y vivir en un país extranjero; o soportar la burla de muchos estudiantes y
mirar como algunos profesores no hacían nada al respecto.
Pero no puedo dejar de pasar por alto a mi profesor de francés que
siempre se sentaba a compartir con nosotros y a contarnos de sus experiencias
en Haití y estaba muy pendiente de cómo nos iba en cada materia y que
pudiéramos lograr graduarnos sin ningún problema.
Cada profesor siempre deja una huella marcada en nuestro corazón pues
juegan un papel muy importante en el transcurso de nuestras vidas, ya que
compartimos la mitad de nuestro tiempo con ellos, desde la etapa de nuestra
infancia como lo es en nuestra niñez, adolescencia y sin olvidar el comienzo de
esa nueva etapa en nuestra vida, ese escalón tan importante para uno como
individuo que da al pasar del colegio a la universidad.
Pero siempre
tendré un anhelo y esperanza de soñar con mi profesor ideal parecido a
mi maestro por excelencia, ese maestro que nos enseña por medio de sus
experiencias vividas en este mundo y su amor que brinda a cada persona sin
importar los actos que hagan, mi profesor ideal sería ese profesor que se deje
guiar por Dios (mi maestro por excelencia) que siempre tenga una mano de ayuda
para cada alumno, el que no solo se encarga de enseñarte un tema y ya sino que
va más allá de las pruebas, más allá de
una nota, el que sabe que como humano te cansas, te fatigas, que a veces
llegaran a tu vida momentos donde no todas las excusas sean una mentira y que
siempre va a estar ahí pendiente de su alumno. Ese sería mi profesor ideal.
Jesús, "el Maestro de Maestros", no solo enseñó con su vida misma sino con sus historias, parábolas que apelaban a despertar la sabiduría que cada persona lleva dormida en su interior.
ResponderBorrarY cuando tenía que hablar con voz de trueno, también lo hacía :)